La cuarta morada marca un cambio cualitativo en la relación con Dios, que ya no estará basada en el deber ser, ni en los razonamientos o los méritos personales, sino en el amor. Dios regala a la persona muestras claras de su amor y le ensancha el corazón.
La persona que entra a las terceras moradas necesita aprender a ser humilde y compasiva, pues las batallas ganadas en la segunda morada podrían endurecer su corazón.
La persona que entra en las segundas moradas necesitará practicar la virtud de la perseverancia para mantenerse dentro del castillo, símbolo de la relación con Dios.
Santa Teresa dice que los amigos fuertes de Dios respetan las leyes de la buena amistad, ¿sabes cuáles son?
El legado de san Enrique de Ossó está vivo en Ciudad Juárez, Chihuahua.