Todos los seres humanos anhelamos vivir en paz y armonía, pero diariamente recibimos noticias de conflictos, violencia y guerra. ¿Cómo podemos ser constructores de paz?
– Claudia Morales Cueto
“Paz, paz hermanas mías dijo el Señor, y amonestó a sus Apóstoles tantas veces. Pues creedme, que si no la tenemos y la procuramos en nuestra casa, no la hallaremos en los extraños” (M2,1,9).
Los últimos dos años hemos vivido acontecimientos insólitos por la pandemia causada por la COVID-19 y por la sorpresiva invasión rusa a Ucrania. Alrededor del mundo algunas personas se han sentido rebasadas e indefensas ante la adversidad, mientras que otras se han reinventado y fortalecido. Los seres humanos anhelamos la paz, pero todos los días recibimos un alud de noticias que hablan de conflicto, guerra, hambre, enfermedad. Cada país tiene sus dificultades; en México, desde donde escribo, nos preocupa y entristece saber que el número de personas desaparecidas ha llegado a 100,000.
Santa Teresa de Jesús escribe el libro Camino de Perfección en el primer convento fundado por ella, San José de Ávila (1562). El hecho de que viva en un monasterio de clausura no significa que viva de espaldas al mundo y sus conflictos, sino por el contrario, la fundación de este monasterio es una respuesta de paz positiva frente a los conflictos de la Iglesia.
Los psicólogos que estudian el tema de la paz la dividen en dos categorías[1]. La paz negativa es la que se enfoca en reducir el conflicto, la violencia y la tensión. Podríamos decir que se basa en estrategias de contención. La paz positiva es aquella que se enfoca en el desarrollo de la armonía, equidad y la creación de instituciones que promueven la paz[2].
Uno de los aspectos que más admiro de santa Teresa de Jesús es la autenticidad con la que nos presenta sus procesos de pensamiento y la forma en la que discierne las acciones a tomar. Sus dudas y sus cuestionamientos nos hacen aceptar los nuestros y darnos cuenta de que muchas veces el camino se abre cuando nos atrevemos a dar el primer paso.
Artículo publicado originalmente en la revista de teología espiritual Mysterion, núm 29, 30 de junio, 2022.
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Teresa, constructora de paz
Uno de los grandes conflictos del siglo XVI fue “la guerra de religiones”, las luchas cruentas entre católicos y protestantes. En España, la Iglesia y la corona trataban de mantener la hegemonía por medio de los tribunales de la Inquisición. El miedo era el arma para combatir cualquier tipo de pensamiento disidente. Al comenzar el libro Camino de Perfección, santa Teresa escribe:
«En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos (…) Diome gran fatiga y, como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y, como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que, pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo…” (C1,2).
Santa Teresa se deja tocar el corazón por el sufrimiento causado por esta guerra. En un primer momento, siente que lo único que puede hacer es orar. Sin embargo, su deseo de servir a Dios la hace determinarse a hacer lo poquito que pueda para hacer vida el evangelio y procurar que las hermanas de la naciente comunidad también puedan hacerlo. Santa Teresa se muestra como una mujer de esperanza confiada. De acuerdo con la psicología positiva, la esperanza es una fortaleza de carácter[3] que se presenta en los momentos de adversidad y tiene tres elementos: imaginar un futuro mejor, tener consciencia de que se tienen recursos personales para avanzar hacia él (sentido de agencia) y plantear rutas para alcanzarlo. La cita del primer capítulo de Camino de Perfección ejemplifica la manera en que santa Teresa ejercita esta fortaleza. Nos muestra cómo desde un presente en el que contempla el sufrimiento puede mirar un mejor futuro y cuáles son los medios con los que cuenta para alcanzarlo. Confía en Dios, pero no esconde el talento (Vida 15,5). Sabe que construir el reino de Dios en la tierra requiere de la colaboración de los seres humanos. Su sentido de agencia la anima a hacer lo poco que puede, que es seguir con perfección los consejos del evangelio.
- Su yo presente expresa: “Diome gran fatiga… lloraba con el Señor y le suplicaba que remediase tanto mal”.
- El futuro que desea es el bien de la Iglesia: “toda mi ansia era, y aún es, que, pues tiene (Dios) tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos”.
- Se siente capaz de hacer algo, ejercita su sentido de agencia: “determiné a hacer eso poquito que era en mí”.
- Establece las rutas: “procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios”.
El primer paso es el comienzo del camino
Santa Teresa tiene experiencia de que las pequeñas acciones son las semillas para los grandes cambios. Cuando era una monja joven postrada en la enfermería del convento de la Encarnación, se da cuenta de que la oración la está transformando:
“…vi nuevas en mí estas virtudes… no tratar mal de nadie por poco que fuese, sino lo ordinario era excusar toda murmuración… Vínose a entender que adonde yo estaba tenían seguras las espaldas” (V6,3).
Teresa es aún una monja joven, preocupada por la honra, pero su camino interior ha comenzado y se da cuenta de que una primera forma de amor y de tener buenas relaciones con los demás es evitar juzgar a las personas. Esta determinación es una primera semilla para generar un clima de cordialidad y aceptación en su monasterio.
Más adelante, como fundadora y maestra, dará gran importancia a evitar la murmuración para con el fin de evitar bandos y promover la unidad. Como buena conocedora de la naturaleza humana, desenmascara a quienes critican a los otros con el pretexto de ayudarlos a mejorar:
“Importa tanto este amor de unas con otras, que nunca querría se os olvidase; porque de andar mirando en las otras unas naderías (…) puede el alma perder la paz y aun inquietar a las otras: mirad si costaría caro la perfección” (1M2,18).
La Santa enseña que la virtud de la humildad es necesaria para experimentar paz interior y en las relaciones: al conocernos y conocer nuestra verdad personal –talentos y defectos– podemos aprender a amarnos y a amar a los demás.
“Donde hay humildad de veras, aunque nunca dé Dios regalos, dará paz” (3M1,9).
Enfrentar la adversidad con paz y esperanza
En 1576 santa Teresa recibe del capítulo general la orden de detener sus fundaciones y recluirse en el convento de su elección. Los problemas habían comenzado un año antes, en los meses de mayo y junio de 1575. El Padre General Rubeo había sido informado de la fundación de monasterios descalzos en Andalucía, pero debido a que él no había dado esa licencia se ordena que se ponga un alto las fundaciones. También, más doloroso aún, ha decretado la suspensión de los conventos de frailes descalzos en Andalucía bajo pena de excomunión. A Teresa no le aflige tanto recluirse, pues como ella misma lo dice “soy amiga de hacer de la necesidad virtud” [4] y toma la orden como un merecido y bienvenido descanso. Lo que le preocupa es el ataque a los frailes descalzos, pues por medio de este embate se pretende destruir la reforma descalza, la que ha sido su misión por los últimos 15 años, en los que ha tratado de construir castillos de oración, difundir el trato de amistad con Dios y hacer que más personas vivan de acuerdo a los consejos evangélicos. Teresa escribe al P. General[5], al Rey Felipe II [6], busca conciliar… Son batallas que se enfrentan con la pluma y un espíritu fuerte, no con la espada. Teresa viaja finalmente de Sevilla a Toledo a mediados de junio de 1576, pues la antigua ciudad imperial es la mejor comunicada de Castilla. Desde ahí mantiene la reforma por medio de cartas. Teresa de Jesús dialoga con aliados, concilia con opositores, soluciona problemas económicos, está al tanto de las necesidades de cada uno de los conventos que ha fundado.
Al parecer ella escribe varias cartas al Padre General para pedirle que cambie de opinión. La que se conserva en el epistolario, datada en enero-febrero de 1576[7] muestra su inteligencia social para la negociación y el deseo de mantener la paz. Menciona que en un año se han fundado tres conventos con “súbditas harto siervas de Dios”. Afirma que le ha escrito varias veces, pero no reclama la falta de respuesta, sino que entiende que él estaba fuera de Roma. Se presenta como “medianera”, pues los frailes descalzos “ya no le osaban escribir”. Trata de explicar la comisión que tenía el Padre Gracián, por la cual llegó ella a Andalucía. Atribuye al demonio que “hayan atinado mal a los negocios”, por lo que pide que el Padre General perdone a Gracián y Ambrosio Mariano tratando de despertar su compasión: “Mas mire su señoría que es de los hijos errar y de los padres perdonar y no mirar sus faltas”[8]. La carta es larga y en ella reitera su obediencia, pero no por ello deja de dar su versión de los hechos y de defender aun a las monjas de la Encarnación de los atropellos de los calzados, que han tomado presos a los confesores descalzos de ese monasterio (san Juan de la Cruz y Francisco de los Apóstoles). La carta no recibe respuesta y el conflicto continúa por los siguientes cinco años, durante los cuales Teresa muestra su confianza en Dios, su determinación y sus habilidades para tejer redes de apoyo. Es hasta 1580 que santa Teresa escribe:
“Estando en Palencia fue Dios servido que se hizo el apartamiento de los descalzos y calzados (…) que era todo lo que deseábamos para nuestra paz y sosiego… Ahora estamos en paz, calzados y descalzos. No nos estorba nadie a servir a nuestro Señor… Ahora comenzamos y procuren ir comenzando de bien en mejor” (F29,30.32).
La paz como don y tarea
1577 es uno de los años más complicados para santa Teresa. Ha comenzado el año con una crisis de salud y está ocupada defendiendo la reforma descalza por carta. Sin embargo, se da el tiempo de poner por escrito sus enseñanzas de oración en el libro de las Moradas. En las séptimas moradas presenta la paz ante la adversidad como uno de los dones de la unión con Dios. Después de explicar la gracia del matrimonio espiritual, nos dice:
“… no se entienda que las potencias y sentidos y pasiones están siempre en paz; el alma sí; mas en estotras moradas no deja de haber tiempos de guerra y de trabajos y fatigas; más son de manera que no se quita de su paz y puesto: esto es lo ordinario” (7M2,10).
La paz es un don de Dios, pero también es una tarea. Cuando en las quintas moradas comienza a explicar los estados místicos menciona que son pocas almas las que no entran a esa morada, pero, aunque en “cuanto a lo exterior vamos bien para llegar a lo que es menester; en las virtudes para llegar aquí hemos menester mucho, mucho, y no nos descuidar ni poco ni mucho” (5M1,2).
La Santa sabe que ser fiel a una determinación, aunque sea pequeña, puede lograr grandes cosas. Por ello, en el Camino de Perfección anima cultivar las virtudes que sostienen el castillo de la oración (7M4,8). La oración como trato de amistad con Dios no es una práctica que se reduzca a la capilla o los rincones, sino que vivir en amistad con Dios ilumina todos los aspectos de la existencia, comenzando por las relaciones con los demás. Los primeros 16 capítulos están dedicados a enseñar el estilo de vida en el Carmelo Descalzo, pero, más que presentar normas externas, están centrados en crear una verdadera comunidad, en donde se viva la paz, la armonía, el amor, la solidaridad y la equidad. Por ejemplo, en el capítulo 4 invita a mejorar la vida comunitaria con tres acciones concretas:
- Aceptación e inclusión: “Aquí todas han de ser amigas todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar…” (C4,7).
- Perdón: “No hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo” (C4,5).
- Desasimiento: “No consintamos oh hermanas, que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró con su sangre” (C4,8).
Además, recalca la virtud de la humildad, que ella define como “andar en verdad” (6M10,7).
Conclusión
He esbozado solamente algunas escenas de la vida de santa Teresa en las que se muestra cómo favorece la paz. Al revisarlo con la óptica de las fortalezas de carácter[9], que son los rasgos positivos de personalidad que reflejan nuestra identidad básica, producen resultados positivos para nosotros y para los demás, y contribuyen al bien común[10], podemos ver que en acción las siguientes fortalezas:
- Apertura mental y juicio crítico. Acepta opiniones y actitudes diferentes a la suya. Analiza las situaciones.
- Autorregulación. No se deja llevar por los impulsos, sino que crea y fortalece hábitos que contribuyen a cultivar la virtud, eliminar los vicios y mantener la serenidad.
- Se sabe capaz de amar y de ser amada. No esconde su afecto.
- Equidad. Crea una comunidad de iguales, en una época en la que los estamentos sociales eran prácticamente inamovibles.
- Esperanza. Puede visualizar un mejor futuro, así como sus recursos personales y rutas para alcanzarlo.
- Espiritualidad. Sus acciones tienen un propósito trascendente; cultiva una relación personal y comunitaria con Dios.
- Humildad. Reconoce y acepta sus virtudes y defectos, sus aciertos y equivocaciones.
- Inteligencia social. Puede leer los motivos de los demás y los suyos propios. Es empática.
- Es capaz de influir de forma positiva en los demás y crear una organización con un objetivo común.
- Perdón. Comprende que los seres humanos podemos equivocarnos y rectificar nuestra conducta.
- Perspectiva. Es capaz de ver todo el panorama y también el núcleo de los problemas. Consulta con asesores.
- Perseverancia. Trabaja diligentemente hacia un objetivo, sin darse por vencida.
- Valentía. Enfrenta sus miedos y no se acobarda ante los retos.
Como seguidores de Cristo podemos orar por la paz, pero también cultivar las virtudes que nos permitan ser portadores de Su paz a todos los ambientes en los que nos desenvolvemos: la familia, el colegio, el trabajo, la vida cívica. Solo podremos hacerlo teniendo paz en nuestra morada interior; las diferencias y los conflictos seguirán existiendo. La paz nunca se alcanzará por completo ya que es una tarea cotidiana. Pero determinarnos a la amistad con Dios implica determinarnos a favorecer la paz y santa Teresa en sus escritos nos da pistas muy concretas para hacerla realidad.
Referencias
Álvarez, T. (1997). Santa Teresa, Cartas. Monte Carmelo, 4ª edición. Burgos
Álvarez, T. (2004). Santa Teresa, Obras completas. Monte Carmelo, 13ª edición. Burgos.
Niemiec, R.M. (2018). Character Strengths Interventions. A Field Guide for Practitioners. Hogrefe. Boston.
Niemiec, Ryan M. (2021). Pathways to Peace: Character strengths for personal, relational, intragroup, and intergroup peace. The Journal of Positive Psychology. DOI: 10.1080/17439760.2021.2016909
Peterson, C.; Seligman, M. E. P. (2004). Character Strengths and Virtues. A Handbook and Classification. Oxford University Press, APA. Nueva York.
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Claudia Morales Cueto es exalumna teresiana, Lic. en Comunicación (UIA), Diplomada en Psicología Positiva (UIA), Maestra en Liderazgo Positivo (Tecmilenio). Certificada como instructora Mindfulness-Based Strengths Practice por el VIA Institute. Contacto: hola@amigosdeteresa.com
Desde 2005 acompaña grupos de lectura orante de los escritos de santa Teresa de Jesús. Es coautora con Enrique Castro Yurrita de cuatro libros acerca de las enseñanzas de santa Teresa: Vida que transforma vidas (2010); El amor nos hará apresurar los pasos (2011); De bien en mejor (2012); Entra como puedas (2013), todos de Editorial Santa Teresa (México).
[1] Niemiec, Ryan M. (2021): Pathways to Peace: Character strengths for personal, relational, intragroup, and intergroup peace.
[2] https://positivepeace.org/what-is-positive-peace recuperado 28 de mayo de 2022.
[3] Peterson, C; Seligman, M. E. P. (2004). Character Strenghts and Virtues. A Handbook and Classification. P. 570
[4] Cta 102, 6, de enero-febrero de 1576.
[5] Cta 83 del 18 de junio de 1575; Cta 102.
[6] Cta 86, del 19 de julio de 1575.
[7] Cta 102.
[8] Cta 102,8.
[9] El acceso gratuito al test para conocer las fortalezas de carácter personales está en este enlace: https://www.viacharacter.org/account/register
[10] Niemiec, R.M. (2018). Character Strengths Interventions. A Field Guide for Practitioners. P2.