Las sextas moradas describen incontables regalos místicos que santa Teresa recibió en su relación de amor creciente con Dios. Son las moradas de amar y dejarse amar, donde se procura el bien y contento del otro.
– Claudia Morales Cueto
Las sextas moradas ocupan casi la mitad del del libro (42%). Quererlas describir en una clase de una hora o en una entrada de blog sería como querer recorrer Europa en siete horas, algo imposible. Sin embargo, este texto y la clase pueden dar pistas para que cada quien vaya haciendo su recorrido personal leyendo el libro de Las Moradas.
Una visión general
Santa Teresa estructura esta morada en 11 capítulos. Cuando escribe este libro, en 1577, han pasado 15 años de la primera redacción del libro de la Vida, en el que describió con detalle las experiencias espirituales que había vivido hasta ese momento. Ahora puede mirar con mejor comprensión las gracias místicas que ha recibido y sus efectos.
- Son las moradas del desposorio espiritual. La persona se solidariza activamente con Cristo para colaborar con él en todo.
- Son las moradas de la noche, de la ausencia de Dios, con grandes trabajos y purificaciones.
- El Señor manifiesta su presencia por medio de manifestaciones extraordinarias: hablas, éxtasis, vuelos del espíritu, visiones.
- Se manifiesta un gran dolor por los pecados pasados y se descubre la función salvadora de la Humanidad de Cristo.
- Dios se revela como la Suma Verdad.
- Su Majestad pone en el alma deseos muy impetuosos de unión con Él.
El desposorio espiritual
En el siglo XVI, cuando vivió santa Teresa, el desposorio era el compromiso formal de matrimonio, muchas veces firmado en un contrato. En las quintas moradas, las pareja que contraerá matrimonio en el futuro se mira por primera vez, lo que santa Teresa llama «las vistas». En las sextas moradas, la relación es ya de mutuo compromiso para prepararse para una vida en común con el matrimonio espiritual, que tendrá lugar en la séptima morada. Hay muchos regalos y demostraciones de afecto mutuo.
6M1: mercedes y trabajos
Santa Teresa comienza diciendo que en las sextas moradas el alma queda herida de amor del Esposo y por ello desea estar sola y quitar todo lo que le estorbe para volver encontrarse con Él (1). Nuestra maestra escribe, de manera compasiva, que desea exponer lo que ocurre en estas habitaciones interiores para que quien lo viva tenga consuelo (3); pues aunque hay bienes y regalos, también hay trabajos que sólo se pueden pasar apoyados en la fortaleza de Dios. En el primer capítulo o habitación de la sexta morada presenta cuatro tipos de dificultades.
«Una grita de personas con quien se trata»
La “grita” son los ataques, incomprensiones, críticas y murmuraciones que recibe el orante.
Grandes enfermedades
El orante que vive en las sextas moradas sufre grandes enfermedades en las que se verá limitado por dolores agudos, por mucho tiempo, que le harán sufrir de manera corporal (exterior), pero también en el interior, pues “el alma no sabe qué hacer de sí” (7).
Trabajos interiores debidos a la incomprensión del confesor o director
En opinión de santa Teresa, aunque las gracias místicas que recibe el orante son reales, el hecho de que el confesor o acompañante no la entienda permite que ella se purifique.
Poco consuelo en la oración, desolación y ausencia de Dios
La experiencia de incertidumbre en el camino hacia Dios, el temor a condenarse, la incomprensión del confesor, llevan a santa Teresa a vivir en un estado de ansiedad y angustia exacerbada, ella lo llama “un estado de apretamiento interior de manera tan sentible e intolerable, que no sé a qué se pueda comparar, sino a los que padecen en el infierno; porque ningún consuelo admite en esta tempestad” (9). Esta gracia mística regala al orante la certeza de que sin Dios no puede nada, pero con Él lo puede todo y desea hacer todo lo que pueda por su Señor.
Con estos trabajos exteriores e interiores, Dios enseñará a Teresa a vivir con auténtica libertad.
“El mejor remedio – no digo para que se quite, que no le hallo, sino para que se pueda sufrir– es entender en obras de caridad y exteriores, y esperar en la misericordia de Dios, que nunca falta a los que en Él esperan” (13).
6M2: La herida de amor
Leer el segundo capítulo de la sexta morada es sentir que verdaderamente santa Teresa comparte tesoros escondidos de su profunda e íntima relación con Dios. En él trata de explicar, por medio de símbolos y comparaciones, la gracia de la pena sabrosa o herida de amor. La gracia llega sin que la persona la provoque o pueda causarla. Todo es dado de Dios. El orante puede estar ocupado en otras cosas y sin estar pensando en el Señor. De manera intempestiva, como ocurre un trueno o un relámpago, se siente “herida sabrosísimamente, más no atina cómo no quién la hirió; mas bien conoce que no querría ser sana de aquella herida” (3).
¿Quién toca tu corazón?
Son las moradas de la vulnerabilidad. Estas heridas, que tocan todo el ser del orante, pueden válidamente aplicarse a estados de muy diferente calidad, intensidad y aprovechamiento en el amor, desasimiento, humildad y demás virtudes. Es la Llama de amor viva, que dice san Juan de la Cruz que tiernamente hiere y toca en lo más profundo del ser.
La amistad con Dios trae grandes provechos, especialmente para aquellos que le buscan en la oración y en el servicio a los demás. Santa Teresa dice que dejan bien determinada la voluntad para “padecer por Dios, y desear tener muchos trabajos, y quedar muy más determinada a apartarse de los contentos y conversaciones de la tierra” (6).
6M3: Las “hablas” de Dios
La oración ha permitido a santa Teresa descubrir que Dios es comunicación de amor. Él nos escucha y nosotros podemos oírlo en lo profundo de nuestro interior, de diferentes maneras, ya que hemos sido creados a su imagen y semejanza. El Señor se hace presente de muchas maneras; todo el libro del Castillo Interior, es una exposición sobre las maneras en las que Dios habla al alma.
- Al principio su Palabra se hace presente por medios externos, como la Sagrada Escritura, las personas que actúan con bondad, justicia y solidaridad, el amor de la familia y los amigos, los libros espirituales, las pruebas interiores y exteriores.
- Conforme la persona va procurando silencio interior y haciendo de la oración una manera de vivir que le permite contemplar a Dios en todo, descubre sus signos en los acontecimientos cotidianos, escucha el silbo divino que lo llama al interior, y va naciendo en ella otro tipo de escucha, la de María «que guardaba todo en su corazón» (Lc 2,51).
Dios dice y hace, su palabra es viva y eficaz. De la misma manera, el discípulo que encarna la Palabra escucha y obedece. El regalo de las hablas despierta en Teresa la fuerza del amor que la lleva a la acción apostólica. La escucha atenta de Dios en los signos de los tiempos permite a Teresa de Jesús tener una actitud profética y asumir en su vida una disposición fiel y creativa, que le posibilita encarnar el llamado del evangelio de acuerdo a lo que su época le pide. Necesitamos ejercitar una actitud de escucha, pues cada generación está llamada a hacer presente la buena nueva de Cristo para su época; nosotros también estamos llamados a ser testigos y profetas. ¿A qué te invita Dios hoy?
6M4: Los arrobamientos
El alma o “mariposica” sufre porque desea unirse al Esposo, pero esta unión plena aún no se realiza. Los regalos que santa Teresa explica en la cuarta habitación de las sextas moradas, los da el Rey “para que tenga ánimo de juntarse con tan gran Señor y tomarle por Esposo” (1).
Santa Teresa compara la experiencia de los arrobamientos a la visión que tuvo Moisés de la zarza ardiente:
“Ni tampoco Moisés supo decir todo lo que vio en la zarza, sino lo que quiso Dios que dijese; mas si no mostrara Dios a su alma los secretos con certidumbre para que viese y creyese que era Dios, no se pusiera en tantos y tan grandes trabajos” (7).
Un atisbo de cielo
En el arrobamiento, Dios “roba toda el alma para sí … y como cosa suya propia y ya esposa suya, la va mostrando alguna partecita del reino que ha ganado, por serlo” (9). El Esposo suspende todas las operaciones mentales de la persona porque “no quiere estorbo de nadie” para participarle todo el tesoro que desea compartir con ella.
“Su Majestad desde el interior del alma hace crecer la centella que dijimos ya, movido de piedad de haberla visto padecer tanto tiempo por su deseo, que abrasada toda ella como un ave fénix queda renovada y, piadosamente, se puede creer, perdonadas sus culpas (3).
Acoge las sorpresas de Dios
Dios regala sin medida y está buscando quien quiera aceptar sus regalos. No pongamos límite a sus obras ni las juzguemos con nuestros criterios humanos.
“¡Oh hermanas mías, que no es nada lo que dejamos, ni es nada cuanto hacemos ni cuanto pudiéremos hacer por un Dios que así se quiere comunicar a un gusano!” (10).
6M5: Vuelo de espíritu
En el vuelo de espíritu Dios arrebata al alma de pronto, con gran velocidad y la lleva a su presencia (1), como si fuera una brizna de paja. El alma queda con conocimiento de la grandeza de Dios, ya sea por visión imaginaria o intelectual: “En un instante le enseñan tantas cosas juntas que en muchos años que trabajara en ordenarlas con su imaginación y pensamiento no pudiera mil partes la una” (7).
6M6: Lágrimas y júbilos
Los regalos de Dios y las manifestaciones de su amor causan gozo, pero la separación causa tristeza y aumenta el deseo. Por ello la persona vive momentos de exaltación emocional, que se manifiestan en las lágrimas o en los júbilos.
“¡Oh pobre mariposilla, atada con tantas cadenas, que no te dejan volar lo que querrías! Habedla lástima, mi Dios, ordenad ya de manera que ella pueda cumplir en algo sus deseos para vuestra honra y gloria” (4).
6M7: Jesús es el camino
No se puede entender a santa Teresa sin considerar su fuerte amistad con Cristo, quien es la opción vital que explica todos sus esfuerzos, viajes, escritos, fundaciones. En una época en la que se ensalzaba todo lo espiritual y se despreciaba el cuerpo, santa Teresa afirma que para orar y entrar más adentro en el castillo no se puede olvidar la humanidad de Cristo.
“Yo no puedo pensar en qué piensan; porque apartados de todo lo corpóreo, para espíritus angélicos es estar siempre abrasados en amor, que no para los que vivimos en cuerpo mortal, que es menester trate y piense y se acompañe de los que, teniéndole, hicieron tan grandes hazañas por Dios; cuanto más apartarse de industria de todo nuestro bien y remedio que es la sacratísima Humanidad de nuestro Señor Jesucristo” (6).
6M8: Las visiones intelectuales
Las visiones intelectuales son una percepción clara de la presencia de Dios, sin verlo. Como cuando entramos en una habitación oscura y nos damos cuenta de que hay alguien, aunque no lo hayamos visto.
“Acaece, estando el alma descuidada de que se le ha de hacer esta merced ni haber jamás pensado merecerla, que siente cabe sí a Jesucristo nuestro Señor, aunque no le ve, ni con los ojos del cuerpo ni del alma” (2).
6M9: Las visiones imaginarias
Santa Teresa nunca vio a Cristo de forma corporal, pero tuvo visiones de Él por medio de su imaginación.
«Cuando nuestro Señor es servido de regalar más a esta alma, muéstrale claramente su sacratísima Humanidad de la manera que quiere, o como andaba en el mundo, o después de resucitado; y aunque es con tanta presteza que lo podríamos comparar a la de un relámpago, queda tan esculpido en la imaginación esta imagen gloriosísima, que tengo por imposible quitarse de ella hasta que la vea adonde para sin fin la puede gozar» (3).
6M10: Dios es la suma verdad
En este capítulo la Santa narra cómo el Señor la hace partícipe de la Verdad. Es una nueva manera de conocimiento que es regalo divino y que cambia la perspectiva del orante: ahora puede verlo todo a la manera de Dios, con la luz de su Verdad. Esta nueva manera de mirar enseña a santa Teresa que vivimos en Dios, co-existimos con Él, siempre estamos en Él, aunque no seamos conscientes de ello.
«Se le descubre cómo en Dios se ven todas las cosas y las tiene todas en sí mismo» (2).
6M11: La ausencia de Dios
En la última habitación de la sexta morada, justo antes de pasar a las moradas de la unión, santa Teresa describe una experiencia mística dolorosa y desgarradora: Dios le permite experimentar su ausencia para acabarla de disponer interiormente, antes de gozar de la unión: «es purificar esta alma para que entre en la séptima morada, como los que han de entrar en el cielo se limpian en el purgatorio» (6).
Orientaciones bíblicas
- Daniel 9, 17-23. Daniel es un hombre de deseos.
- Cantar de los cantares 3, 1-5/5, 2-8. Buscando al amado.
- Salmo 42 (41). La cierva herida va en busca de agua.
- Salmo 63 (62). Tú eres mi Dios yo te busco.
- Juan 4, 1-42. La Samaritana se encuentra con Jesús.
- Juan 20, 11-18. Magdalena se encuentra con Jesús resucitado.
Recursos
Escucha el audio.
Mira el video
Descarga el libro de Las Moradas.