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El 24 de agosto recordamos la fundación del primer monasterio Carmelita Descalzo, San José de Ávila, y el 26 de agosto hacemos memoria de la transverberación o traspasamiento del corazón de santa Teresa de Jesús.

Claudia Morales Cueto

 

“Entre las virtudes de santa Teresa, brilló con luz propia la caridad divina. Este amor se fue avivando en ella gracias a las innumerables visiones y revelaciones con que Cristo la favoreció. Una vez el Señor la tomó por esposa. En otra ocasión Teresa vio un ángel que con un dardo encendido le transverberaba el corazón. De resultas de estas mercedes celestiales, sintió la Santa tan abrasadamente el amor divino en las entrañas que, inspirada por Dios, emitió el voto, difícil en extremo, de hacer siempre lo que ella creyese más perfecto y para mayor gloria de Dios”.

Papa Gregorio XV, Bula de canonización

San José de Ávila

Fachada del primer monasterio carmelita descalzo, San José de Ávila (1562)

Santa Teresa narra que el dolor del pueblo creyente fue lo que la llevó a fundar el monasterio de San José de Ávila. Desea salir de la mediocridad, lucha por dejar caminos cómodos, caminos de apariencia, pues se da cuenta de que “Está ardiendo el mundo y quieren volver a sentenciar a Cristo y poner a su Iglesia por el suelo” (C1,5). Que Teresa fuera monja nunca fue un impedimento para que estuviera atenta a lo que sucedía en su época; la oración no la sustrae del mundo, sino que la compromete con él. Así como en el libro de la Vida narró que tuvo una época en que se debatía entre Dios y el mundo, el haber entregado del todo la voluntad, su amor, a Dios, ha purificado y clarificado tanto sus afectos como su vocación, de tal manera que puede ver y comprometerse con el mundo, sin perder su centro.

Para ella, ser parte de la Iglesia no es un concepto u una abstracción, es ser amiga incondicional de Jesús, comprometida con Él en la construcción del Reino: «éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, aquí vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo…  No es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia» (C1,5).

Pero, ¿cómo llegó a fundar el monasterio? Hemos hablado de esto en una entrada anterior de nuestro blog, en la que apreciamos la valentía y la capacidad de liderazgo de santa Teresa. Ahora me gustaría relacionar las dos fiestas que celebramos este fin de semana, los 456 años de la fundación del monasterio de San José de Ávila y la gracia mística del traspasamiento o transverberación.

 

Dios enseña con dulzura y suavidad

Cuando leemos el libro de la Vida nos sorprende y nos cautiva la franqueza con la que santa Teresa afirma que estuvo casi 20 años tironeada entre los deseos de Dios y los deseos del mundo. Sus propósitos de tener una vida más entregada a Dios se quebraron numerosas veces, como nos pasa a nosotros, por querer mantenerlos con sus propias fuerzas. Pensaba que tenía que perfeccionarse sola para poder ser digna de Dios. Su autobiografía nos permite descubrir que estaba equivocada, que solo en la oración podemos encontrar remedio a nuestras flaquezas y equivocaciones y que es en la amistad con Él que nos descubrimos amados a pesar de nuestras miserias y egoísmos. Teresa asegura que sólo pudo avanzar “porque estaba ya toda desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios” (V9,3). Lo cuenta de manera dramática en el capítulo 9 del libro de la Vida, cuando se convierte definitivamente frente a la imagen de un Cristo muy llagado.

Cristo muy llagado

Cristo muy llagado, atado a la columna. Imagen que según la tradición del monasterio de la Encarnación despertó a santa Teresa a su conversión definitiva

La oración es relación con Dios y es en ese trato continuo que va descubriendo que Dios enseña, corrige y transforma por medio del Amor. Al sentirse amada su corazón se ensancha, como explica en las IV Moradas. El Señor da a quien quiere y como quiere y entre los regalos místicos que otorgó a santa Teresa está el traspasamiento del corazón o transverberación, que ha sido motivo de incontables obras de arte. Nuestra santa recibió esta gracia numerosas veces, la primera ocurrió alrededor de 1560.

El ensanchamiento del corazón por medio de la herida de amor hace que santa Teresa sienta grandes deseos de corresponder a ese amor. La oración ha ido de la mano del conocimiento propio, lo que le ayuda a reconocer tanto sus pequeñeces y miserias como la misericordia, magnanimidad y perdón de Dios.

 

El voto de mayor perfección

Leer a Teresa es descubrir a una mujer muy humana y muy realista. La oración la ha ayudado a conocerse sin engaños, sabe bien sus limitaciones. Su primera manera de corresponder a Dios no es decidiendo ser una fundadora, sino haciendo el voto de seguir con la mayor perfección la regla de su orden, la Orden del Carmen.

“Pensaba qué podría hacer por Dios. Y pensé que lo primero era seguir el llamamiento que se Majestad me había hecho a religión, guardando mi Regla con la mayor perfección que pudiese” (V32,9).

Ella quiere ser fiel a su llamado personal, desea vivir de acuerdo al evangelio y se aboca a ello. Santa Teresa se ocupa primero de reformarse a sí misma y este ejemplo me inspira porque es algo que parece pequeño y de poca trascendencia, pero es la única manera de abrirnos y dejarnos transformar, confiados en el amor de Dios, para poder ser colaboradores del Reino en cualquier lugar y época en la que vivamos. La gran santa que conocemos tuvo que comenzar con lo pequeño: cumplir su regla, ejercitar la virtud, ser constante en la oración y confiar en Dios más que en sus propias fuerzas.

Del ver al hacer

La fundación del monasterio de San José de Ávila nace del deseo de santa Teresa y sus amigas y sobrinas de vivir en una comunidad más pequeña y unida, en la que se pudiera dedicar más tiempo al recogimiento y la oración. Pero también, como lo explica la Santa, de ver la crisis de la Iglesia de su tiempo, tanto la decadencia de la vida religiosa como la reforma protestante.

Virgen del Carmen

Virgen del Carmen, convento de San José de Ávila

En el Camino de Perfección santa Teresa narra lo que la llevó a fundar el monasterio de San José y menciona varios verbos (C1,2):

  • Ver. Teresa deja entrar la realidad en su propia interioridad: «En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos…»
  • Conmover. Teresa es una mujer que busca información; enterada de lo que sucede en Francia, el Espíritu mueve su corazón hacia la compasión, la conmueve: «Diome gran fatiga», «lloraba con el Señor»…
  • La pena que siente la lleva a la oración: «… lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal».
  • Hacer. No se repliega estérilmente sobre sí misma. Al contrario, su amistad con Dios enciende en ella vivos deseos de ayudar al Señor, lo que la motiva a pasar a la acción: «… toda mi ansia era, y aún es, pues que tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese…»
  • Teresa sabe que lo que ella puede hacer es desearlo, determinarse y disponerse, pero que para que pueda vivir en perfección evangélica y comunicarla necesita confiar en Dios: «que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo».

 

Oremos la realidad de nuestra Iglesia hoy

Acude a la oración, mira a Jesús en tu más profundo centro y platica confiadamente con Él:

  • ¿Qué ves a tu alrededor?
  • ¿Qué te conmueve, te enoja o te hace llorar?
  • ¿Qué es lo poquito que puedes hacer para remediarlo?
  • ¿Cuál es tu llamamiento?
  • ¿Confías en la voluntad de Dios?

Termina la oración poniendo en las manos de Jesús lo que más mueve tu corazón y pídele que te dé la gracia de seguir los consejos del Evangelio con la mayor perfección, para ser signo de su amor en tu familia y en tu comunidad.  Como lo señala el Papa Francisco en la carta que nos dirigió el pasado 20 de agosto: «cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11).

Para saber más:

Álvarez, T. Santa Teresa, obras completas. Editorial Monte Carmelo. 13ª edición. Burgos, 2004.

Madre de Dios, E.; Steggink, O. Tiempo y vida de santa Teresa. BAC. Madrid, 1996.

Morales Cueto, C.; Castro Yurrita, E. Vida que transforma vidas. Flor de Letras. México, 2018.

_____________________________ El amor nos hará apresurar los pasos. Editorial Santa Teresa México, 2011.

_____________________________ De bien en mejor. Editorial Santa Teresa. México, 2012.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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