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Para explicar el proceso de transformación que se da en la amistad con Dios, santa Teresa de Jesús emplea la comparación del gusano que se convierte en mariposa (5M2).

Claudia Morales Cueto

Santa Teresa era una mujer muy observadora, para quien la naturaleza evocaba las maravillas de Dios. El proceso de la transformación del gusano de seda en mariposa le causa asombro:

“Ya habréis oído sus maravillas en cómo se cría la seda, que sólo Él pudo hacer semejante invención… y allí con las boquillas (los gusanos) van de sí mismos hilando la seda y hacen unos capuchillos muy apretados adonde se encierran; y acaba este gusano que es grande y feo, y sale del mismo capucho una mariposica blanca, muy graciosa” (5M2,2).

El gusano es la persona con su inmenso potencial para transformarse y también con las flaquezas propias de la condición humana, siempre necesitada de conversión. Este gusano crece en las tres primeras moradas, cuando descubre que es posible comunicarse con Dios, acepta la invitación de Jesús a seguirlo y lo toma por Maestro. El proceso de transformación, es decir, de tejer el capullo, comienza cuando “con el calor del Espíritu Santo se comienza a aprovechar del auxilio general que a todos nos da Dios” (5M2,3), es decir, se acerca a los sacramentos de la reconciliación y la Eucaristía. Encerrarse en el capullo, que es Cristo, es meditar la Palabra, dedicar un tiempo diario a la oración, vivir una vida nueva a partir de los criterios evangélicos. La oración de unión no puede causarla el orante, pero como dice la Santa “podemos hacer mucho disponiéndonos” (5M2,1).

Tejer el capullo ayuda a permanecer en el Amor

¿Cómo se teje el capullo? Los gusanos tejen ellos mismos su capullo, así el orante tiene que encerrarse a sí mismo en Cristo. Para ello es necesario que renuncie al amor propio y a la propia voluntad, es decir, al ego, para abrirse al amor a la manera de Jesús, que incluye y perdona. La persona-gusano que quiere ser persona-mariposa y volar hacia Dios no puede estar apegada a nada de la tierra, es decir, para poder volar necesita vivir con libertad. Debe practicar “obras de penitencia, oración, mortificación, obediencia” (6), y humildad. Es decir, practicar una vida virtuosa. Sólo así podrá morir el gusano rastrero y nacer la mariposa alada. Pero el proceso de metamorfosis es misterioso, secreto y oscuro. El gusano no sabe cómo pasa o qué ocurre ahí. Tiene su tiempo y no puede acelerarse o forzarse. Sólo cuando el gusano ha muerto al mundo, es decir, que ya no tiene interés en los contentos pasajeros que éste le ofrece, nace la mariposita blanca (5M2,7). El proceso de transformación que se da al unir la voluntad propia a la de Dios es de tal forma que la persona no se reconoce a sí misma, como el gusano gordo y pesado no se reconoce en la mariposa ligera y ágil. La imagen de la mariposa que vuela sin encontrar reposo evoca a santa Teresa la del orante que ya no encuentra descanso en nada terreno, sino sólo en Dios (5M2,8), que tiene grandes deseos de hacer algo por un Señor tan amorosamente bueno (5M2,7). Aunque la persona vive de una nueva manera, unida a Dios, no quiere decir que hayan cesado sus trabajos, pues ahora tiene unos nuevos: comparte el sufrimiento de la cruz, es decir, aunque vive con paz le duele intensamente que Dios sea ofendido y las almas que se pierden (5M2,10). Vivir unida a Cristo le hace partícipe del interés amoroso de Cristo por toda la humanidad.

Te entrego mi corazón

Te entrego mi corazón

Orar es tratar de amistad

Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor (Jn15, 9).

 

Santa Teresa describe la oración como trato de amistad con Dios. La frecuencia de encuentros, conversaciones, la escucha atenta, nos hace conocerlo. Quizá nos preguntamos a veces qué pasa en la oración, porque no escuchamos nada concreto. La oración es música callada, soledad sonora, es el encuentro, la cena que recrea y enamora, como dice san Juan de la Cruz.

Te invitamos a que entres a la oración con la actitud de permanecer en el amor de Jesús, enciérrate en el capullo de la oración y permanece en su amor.

  • Cierra los ojos y mira qué Jesús te mira, te sonríe.
  • Fija tu atención en sus ojos, ¿qué te dicen? ¿Cómo te llama? ¿Tiene Jesús un nombre especial para ti?
  • ¿Tienes tú un nombre especial para Jesús, para Dios?
  • Permanece en su amor mirándolo y diciéndole alguna frase que exprese tu gratitud y alabanza.
  • Respira profundamente y pide a Jesús que te enseñe a amar como Él, a poner amor en todas tus relaciones, en todas tus obras, en toda tu vida. Que te enseñe cómo es amar hasta el extremo.
  • Concluye la oración pidiendo a Jesús su gracia para poner por obra las buenas acciones que te ha inspirado y que te ayude a permanecer en su amor.
Para saber más:

Morales Cueto, Claudia; Castro Yurrita, Enrique. Entra como puedas a las Moradas del Castillo Interior de santa Teresa de Jesús. Editorial Santa Teresa, México, 2013.

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