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Para poder avanzar hacia la oración contemplativa, el caminante debe soltar lo que le estorba, lo que le ocupa las manos y le impide abrazar a Dios.

-Claudia Morales Cueto

Imagina que alguien quiere darte un regalo, pero tú estás ocupado cargando bolsas y paquetes. Será prácticamente imposible recibirlo. Será todavía más difícil abrazar a la persona que te lo da, por más querida que sea. Lo mismo nos pasa con Dios, para poder crecer en amistad con Él tenemos que soltar lo que nos estorba y dejarnos abrazar por Él.

Mira el video de la clase aquí.

Avanzar con libertad

Para avanzar en el camino hacia Dios, el orante debe andar con libertad. No se trata de vivir apartado del mundo, pues la verdadera libertad proviene del interior.

Para ser libre, el orante debe desasirse de él mismo, de todo lo que le ata y no le permite servir a Dios. El fundamento de esta libertad es ser conscientes de la verdad de todas las cosas:«todo se pasa, sólo Dios basta».

En los siguientes 10 capítulos de Camino de perfección, santa Teresa irá mostrando las ataduras de las que debemos liberarnos para poder tener a Dios en el centro de nuestra vida.

 

¿A quién abrazas de verdad?

abrazo

Existen abrazos huecos, como los que se dan los políticos o damos por compromiso. Pero el verdadero abrazo implica poner toda nuestra atención a la otra persona y ponerla en ese momento al centro de nuestra vida. El verdadero abrazo implica:

  • cercanía,
  • confianza,
  • seguridad,
  • amor.

 

Desasimiento de todo lo criado

«Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con sólo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, su Majestad infunde de manera las virtudes, que trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho más que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra todo el mundo en nuestra defensa».

-C 8, 1

 

  1. Abrazarse al Criador. Es tenerlo cerca y presente en todo momento, que Él sea el sostén, el interés, el amor del orante.
  2. Quitar el apego de lo criado. Dice el Evangelio que donde está tu tesoro ahí está tu corazón (Lc 12,34). Así, en la vida espiritual es necesario despegar el corazón de las cosas que impiden ir hacia Dios. Incluso en ocasiones el apego a los parientes puede ser un obstáculo para hacer la voluntad de Dios (3); ya lo decía Jesús: “mis parientes son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8,21). No se trata de dejar de querer a las personas o de huir de los compromisos de vida, sino de aprender, por medio del desasimiento, a vivir con libertad. El amor a Dios ordenará todos los otros amores y afectos.
  3. Su Majestad infunde las virtudes. La profundización en el conocimiento propio permite reconocer también las limitaciones y con ello aumenta la humildad. El orante se da cuenta de lo poco que puede solo, de que es Dios quien da la fortaleza de carácter, las virtudes, para poder crecer como persona y perseverar en el camino de la oración.
  4. Trabajando poco a poco lo que es en nosotros. Este camino es batalla interior, es lucha por cambiar los hábitos, por eso cuesta trabajo. Teresa de Jesús ha aprendido por experiencia que es «poco a poco», con suavidad, con paciencia. La determinación, esa virtud tan teresiana, se construye cada día, a partir de los pequeños y a veces insignificantes esfuerzos por mejorar. Para avanzar en este camino, el orante tiene que ocuparse de su propio mejoramiento, de su propia lucha interior.
  5. El Señor toma la mano contra los demonios y contra todo el mundo en nuestra defensa. Dios lleva siempre la iniciativa y está más interesado que nosotros mismos en que caminemos hacia Él. Nos ha esperado tanto… Por ello Él nos cuida de los peligros, nos defiende. Ante tal muestra de amor nosotros quedamos invitados a confiar.

 

Dios quiere que nos entreguemos por completo, enteros:

“¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en Él están todos los bienes…”

-C 8, 1

Bibliografía

Álvarez, T. Santa Teresa, obras completas. Editorial Monte Carmelo. Burgos, 2004.

Morales Cueto, C.; Castro Yurrita, E. El amor nos hará apresurar los pasos. Editorial Santa Teresa, México, 2011.

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