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La presencia discreta de este santo es una muestra de fidelidad y compromiso vital

Claudia Morales Cueto

La valentía está presente en la vida de los santos. Su vida fue una de lucha por mantenerse fiel. Como san José, cuya fiesta celebramos el 19 de marzo. Es un santo callado, no conocemos ninguna palabra que haya dicho. Sin embargo, llevó a cabo un trabajo muy importante: dar hogar a María y al Niño Jesús. Su valentía moral, el deseo de ser fiel a Dios, lo lleva a comprometerse vitalmente con situaciones que no comprende muy bien. San Mateo narra que María estaba comprometida con José, pero antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo. San José sabe que puede repudiar a María públicamente y quedar libre. Por ser un hombre justo, decide mantener el compromiso matrimonial y repudiarla en secreto. Misteriosamente, en sueños, un ángel le revela que el hijo que María espera es del Espíritu Santo, que debe nombrarlo Jesús (Salvador), porque salvará a su pueblo de los pecados (Mt1, 18-24). A partir de este momento, José se compromete vitalmente, con valentía, a acoger a este hijo, a darle hogar, amarlo, educarlo en la fe. No debe haber sido fácil para José tener que huir a Egipto para defender la vida de un niño que irrumpió en su vida sin entender muy bien cómo. Sin embargo, José hizo su labor de padre en la cotidianidad, enseñando a Jesús lo que un padre de esa época tenía que transmitir a su hijo: las tradiciones e historias del pueblo judío, enseñándole a leer e interpretar la Escritura, a orar, a trabajar en el oficio de carpintero que tenía. San José hizo tan bien su trabajo, que por ello no se nota su discreto ejercicio de la valentía moral.

Orar con la valentía

Cierra los ojos y visualiza tu vida, la ruta por la que te has ido acercando a Dios. Observa un momento en el que hayas tenido dificultades, en el que hayas tenido que luchar. ¿Qué miedo tenías, qué riesgo te amenazaba? Mira a Jesús en tu propio centro y comenta con Él cómo te sentías.
Vuelve a observar la situación y observa la decisión que tomaste frente a ella. ¿Qué riesgos asumiste? ¿Era un riesgo físico, moral o psicológico? ¿Qué te impulsó a hacer lo correcto? ¿hubo algo que te detuviera? ¿Algún temor que te paralizara? Jesús te conoce y te ama incondicionalmente, con el puedes dialogar acerca de tus miedos y sobre las veces que han sido más fuertes que tú o sobre las ocasiones en las que has podido dominarlos.
Mira que Jesús te mira y observa tu vida ahora. ¿Hay alguna situación que te esté pidiendo que seas valiente? ¿Hay algo que te esté exigiendo un mayor compromiso con el bien? ¿Qué riesgos presenta? ¿Cómo puedes dominar tus miedos?
Pide a san José que sea tu maestro de oración y de vida, que te permita descubrir la acción de Dios en lo inesperado, en lo incomprensible, en los sueños y en la cotidianidad.
Respira profundamente y medita esta frase del evangelio: “Velad y orad para no caer en tentación” (Mt26,41).
Agradece a Dios la invitación que te hace para caminar hacia Él y pídele que te ayude a decidirte con valentía.

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