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Hoy hace 441 años que santa Teresa de Ávila comenzó de la redacción de Las Moradas del Castillo Interior

Claudia Morales Cueto

Santa Teresa comienza a escribir el libro de Las Moradas del Castillo Interior el 2 de junio de 1577, fiesta de la Santísima Trinidad. Cuenta con 62 años. A principios del año, en febrero, ha sufrido una crisis de salud grave, por lo que el médico le ha indicado que dicte las cartas y escriba lo menos posible de su mano, por lo que reserva sus esfuerzos manuscritos para asuntos confidenciales. Las cartas no pueden parar. Toledo, donde se encuentra “recluida a manera de cárcel” por órdenes del P. General, es el centro de comunicaciones de la reforma descalza: desde ahí, por medio de carta, Teresa de Jesús dialoga con aliados, concilia con opositores, soluciona problemas económicos, está al tanto de las monjas enfermas, especialmente de la muy grave Brianda de San José, priora de Malagón.

Los problemas han comenzado dos años antes, en los meses de mayo y junio de 1575. El P. Rubeo ha sido informado de que se han fundado monasterios descalzos en Andalucía y debido a que él no había dado esa licencia, del capítulo de Piacenza sale la orden del P. General para que se detengan todas las fundaciones descalzas y santa Teresa se recluya en el convento de su elección a manera de cárcel. También, más doloroso aún, ha decretado la suspensión de los conventos de frailes descalzos en Andalucía bajo pena de excomunión. A Teresa no le aflige tanto recluirse, pues lo toma como un merecido y bienvenido descanso, pero sí le preocupa el ataque a los frailes carmelitas descalzos, pues por medio de este embate se pretende destruir la reforma descalza, la que ha sido su misión por los últimos 15 años, en los que ha tratado de construir castillos de oración, difundir el trato de amistad con Dios y hacer que más personas vivan de acuerdo a los consejos evangélicos. Teresa escribe al P. General[1], al Rey Felipe II [2], busca conciliar. . . Son batallas que se enfrentan con la pluma y un espíritu fuerte, no con la espada. Teresa viaja finalmente de Sevilla a Toledo a mediados de junio de 1576, pues la antigua ciudad imperial es la mejor comunicada de Castilla.

El mandato de escribir el libro

«La fuerza de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles» (Prólogo,1).

Casi un año después, a finales de mayo de 1577, Teresa se alegra con una breve visita de su muy querido P. Gracián[3], quien pasa por Toledo rumbo a Madrid, con el fin de encontrarse con el nuncio Ormaneto, quien lo ha mandado llamar. Además de dialogar acerca de los problemas propios de la reforma y los monasterios, Gracián y Teresa conversan de la oración. El libro de la Vida sigue, para pena de su autora, encerrado en los calabozos de la Inquisición. El P. Gracián manda a la Madre que escriba otro tratado de oración ¾o Teresa, como dice Salvador Ros [4] consigue su licencia para escribirlo, pues por ser mujer no podía enseñar¾, ya que es probable que el libro de su Vida nunca vuelva a sus manos. La Santa se resiste un poco por los muchos negocios, que atiende por carta, y su frágil salud. Aún sigue débil y de la crisis de salud de febrero le han quedado unos ruidos en la cabeza (1); quizá una posible tinnitus, que puede ser un zumbido o campanilleo secuela de una fuerte gripe o que también en ocasiones es causada por sobrecarga de trabajo o estrés, justamente la situación que ella vivía.

Sus confesores le mandan escribir por obediencia y ella empleará toda su voluntad, inteligencia y dones de la gracia para ejecutar los mandatos de sus superiores. Al obedecer, Teresa acepta que la Iglesia es una mediación con medianeros. Enseñará a las prioras a ejercer la autoridad evangélica que promueve la vida y la libertad: “procure ser amada, para ser obedecida” (Constituciones XI,1). Con esta visión de la obediencia, Teresa manifestará su adhesión a aquellos teólogos que sean sabios y den muestras de llevar la vida de Cristo.

Arqueta donde se sentaba santa Teresa a escribir las Moradas

En esta arqueta amarilla, conservada en el monasterio carmelita de Toledo, se sentaba santa Teresa a escribir las Moradas

Teresa obediente, pondrá manos a la obra. Escribirá con pena en medio de las enfermedades, ocupaciones y contradicciones Sin embargo, en interior hay un manantial de amor que desea encontrar cauce, es mucho lo que desea comunicar. Escribe, sobre todo, llena de confianza en la misericordia de Dios.

“Crece la caridad al ser comunicada” es una frase que escribe Teresa en el libro de la Vida (7,22) y que bien podría ser el hilo conductor de Las Moradas del Castillo Interior, obra escrita en plena la madurez espiritual. Por medio de este libro, que escribe entre junio y noviembre de 1577, la autora expresa de múltiples maneras el gran amor de Dios e invita, motiva y exhorta a participar de la experiencia. Crece el amor en Teresa al recordar todo lo que ha recibido de Él. Crece el amor en los lectores al animarse a entablar una relación de amistad con Dios. El castillo como herramienta didáctica permite crear espacios de encuentro a los que la Santa invita una y otra vez a entrar como uno pueda, por la puerta de la oración. La invitación sigue vigente hoy, ¿te gustaría entrar?

Para saber más:

Álvarez, Tomás. Las Moradas comentadas por el P. Tomás Álvarez

Morales Cueto, C.; Castro Yurrita, E. Entra como puedas a las Moradas del Castillo Interior de santa Teresa de Jesús. Editorial Santa Teresa. México, 2013

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[1] Cta 196 del 28 de mayo de 1577.

[2] Cta 83 del 18 de junio de 1575; Cta 102 de enero-febrero de 1576.

[3] Cta 86, del 19 de julio de 1575.

[4] https://www.santateresadejesus.com/carmelo-descalzo-hoy/invitacion-a-la-lectura-del-castillo-interior/

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